"La vitivinicultura es tan antigua como el hombre y, por las características de duración de sus plantaciones, la dedicación que requiere, la fuerte vinculación cultural con los pueblos que la producen, y por tener como finalidad una bebida que es el resultado de un proceso natural, tiene rasgos técnicos y económicos que la distinguen de las otras actividades humanas. Por eso, desde siempre, ha requerido de normas específicas que contemplen sus particularidades y aseguren la calidad de sus productos. La vitivinicultura argentina nació junto con la fundación de las ciudades por los españoles. Inicialmente contó con el apoyo de políticas de fomento, pero, por su crecimiento, se convirtió en competencia para la producción ibérica y motivó disposiciones que prohibían su plantación. No obstante ello, la vitivinicultura durante los siglos XVII y XVIII se expandió, constituyendo la fuente principal de ingresos de los pueblos de Cuyo y del oeste argentino. Durante la primera mitad del siglo XIX, la apertura del puerto de Buenos Aires, que permitió el ingreso de vinos europeos, y luego la campaña por la emancipación y las guerras civiles, limitaron su crecimiento. La misma volvería a renacer al impulso de las cepas francesas que ingresaron a mediados del siglo XIX. Posteriormente, con la llegada del ferrocarril y las grandes corrientes inmigratorias, españolas e italianas, la vitivinicultura tuvo una fuerte expansión, lo que originó el dictado de las primeras leyes de vinos. Durante el siglo XX, la formación de excedentes fue el motivo esencial de regulaciones que se fueron dictando durante los primeron 50 años con la finalidad de restringir la oferta y resolver los problemas de los bajos precios. A partir de los años ’50, el crecimiento de la demanda masiva resolvió el problema de los excedentes y, con el objeto de controlar las prácticas enológicas, se dictó la Ley General de Vinos, que creó el Instituto Nacional Vitivinícola, que mantiene vigencia hasta la fecha. En las últimas décadas se ha producido un proceso de tecnificación enológica, de nuevas inversiones, manifestándose una vitivinicultura de alta calidad, con posibilidad de inserción en los mercados externos y, paralelamente, el mantenimiento de producciones de variedades comunes. El libro contiene diversos trabajos que tratan los temas fundamentales de la actividad vitivinícola y su regulación jurídica, elaborados durante los últimos 20 años y que siguen el proceso de su transformación en ese período."