Girbal, Jorge - "Los tranvías que yo he visto" - Historia-Testimonial - Editorial DUNKEN - ISBN:978-9870217923 - 6 páginas - Esto de prologar un libro, no es realmente cosa fácil. Por un lado no sólo se debe estar consustanciado con el tema, sino también con el criterio con que ha decidido encararlo el autor. Pero por el otro, aparece la responsabilidad de quien lo escribe, pues de lo feliz que resulte su redacción, dependerá de que el candidato a lector de la obra, se decida o no a continuar volteando las páginas que siguen. En principio debe decirse, que este trabajo no fue escrito para aquellos que se resisten a creer que el corazón y el sentimiento es obra de los años y mucho menos para los que hacen del olvido del pasado una verdadera proyección del futuro. Creo que esta pequeña labor fue redactada para aquellos que, como el autor, sienten la nostalgia como una distinción, una condición que da prestigio, dándole valor al tiempo pasado, de igual manera que lo hacen los vinos viejos, esos que hay que beberlos despacito, disfrutándolos poco a poco. Tampoco es libro para eruditos o historiadores, ya que prácticamente ha basado su redacción en la evocación (muy fuerte e imperecedera, al parecer) que le ha dejado este vehículo en su sentir más íntimo. Aquí se encontrarán pocas fechas y menos nombres... pero sí muchas imágenes guardadas en la memoria que, como se verá, se encuentra íntimamente gobernada por el corazón del autor. Sin embargo, Los tranvías que yo he visto no solamente pretende dejar plasmados una serie de recuerdos personales, sino que, con una prosa por demás sencilla, intenta pintar para quienes no han tenido la posibilidad de conocer aquellos tranvías platenses, la imagen de su presencia en la ciudad y, tal vez, hacerles añorar el no llegar a haberlos disfrutado. Es más, si intentáramos catalogarla desde el punto de vista literario, sin temor a errar, diría que es “Naíf”. Son también bastantes las ilustraciones que contribuyen a ello, y no se ha privado de agregar alguna planimetría que, de algún modo, contribuye a documentar perfectamente la importancia platense en materia tranviaria. Es que realmente La Plata, surgida de apuro y por necesidad tras haber perdido la provincia en la cruenta revolución del ’80 su histórica capital, fue “hecha” con lo mejor del momento, el mejor trazado, los mejores arquitectos, las mejores instalaciones, lo mejor... todo... Esta condición, hizo que fuera la primera ciudad del país en poseer alumbrado público eléctrico, y lo avanzado de sus instalaciones de ese tipo, hizo que haya sido escenario del ensayo del primer tranvía eléctrico del país, y por muy pero muy poco tiempo, meses digamos, casi de toda América del Sur. Sin embargo el temor que incitaba el nuevo “fluido”, hizo que no haya sido muy bien recibido por el público, a lo que debió sumarse lo exagerado de la prensa de entonces, que, por el chisporroteo del coche sobre los rieles y el trole, lo bautizó irónicamente como “el carro de fuego”; lo que hizo que la nueva capital hubiera de esperar a 1910 para tenerlos definitivamente. Y fueron los tranvías los que dieron otra distinción a La Plata sobre el resto de las capitales argentinas. Salvando a Buenos Aires, fue la única en contar con dos compañías de tranvías eléctricos a la vez, una nacional y otra inglesa, y hasta con la peculiaridad de haberse dado el caso de que la nacional, estuvo a punto de adquirir la inglesa. Pero no es condición de un prólogo meterse a dictar historia. Lo que haya de ella, viene de aquí en adelante. Desde ya, repito, se trata de una recopilación de recuerdos bien definidos en cuanto a la época (1932-1966). Su función es hacerlos llegar al vulgo en general pero atención, que también puede encontrarse alguna “perlita” de esas con datos que, sólo el que las ha vivido y sobre todo disfrutado, será quien la habrá notado y puede transmitirla. Aquilino González Podestá Enero de 2007
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